6/26/2008

La manera.


Fumar no es solo cosa de tomar una bocanada de humo y aspirar... disfrutar de la sinapsis que produce y la compañía que te ofrece es la manera, voy dando pasos atrás y pasos a los lados, no estoy disfrutando del caminar, esta no es la manera.

Los giros me producen vértigo, el vértigo me produce placer, el placer me produce deseos de mayores placeres, esa es la manera. Caminar por el desierto y volver a sentir que fui el único que estuvo ahí y que nadie volverá a estar ahí... es increíble de que manera extraño esa sensación, sentir que es mi hogar y que ahí pertenezco, que la soledad del desierto me hace inalcanzable, que el rojo del cielo me hace invulnerable a sentimientos corrosivos, que al zorro vagabundo no le interese si yo estoy ahí, ni a mi me interese que el este ahí, esa es la manera.

El viejo sol dominante e impermisibo, que no tolera manifestaciones en contra de su poder, que no permite lluvias ni gélidos días, esa es la manera.

Solamente camino, lento, sin razón y sin rumbo, esperando un cambio que ni siquiera se si quiero que se produzca, queriendo ver atardecer que solo producirán mas agonía, letargo y sed, esperando la delicada silueta tras la bruma, esperando que el aire congelado me traiga frases agradables, sonreír sin ganas... esa no es la manera.

Solo quiero volver a ser solido, frío, indiferente, imperturbable, permanente... como aquella roca, sobre la que disfrutaba la soledad del desierto, esa soledad extrema que me hacia feliz.

6/06/2008

Pequeño Kaín, valiente heredero.


Brillantes destellos de plata, anuncian al pequeño guerrero en su corsel de metal, valiente guerrero con mirada piadosa y corazón de fuego, renuevo mi lealtad hacia ti en tus miles de juegos.

Junto a ti cual fiel escudero compartiré tus batallas con dragones de espuma y enemigos de papel.

Ríe, corre y grita con tu espada al cielo y tu alegría al viento, tu reino esta protegido por las alas de Fénix y las garras del León.

Pequeño Kaín, valiente heredero tu dulce mirada me vuelve sincero, tus miradas desafiantes, tus pequeñas manos tomando pedazos de cielo.

Eterno niño mío jugaremos para siempre, cuando ya seas un hombre y recuerdes mil batallas, reiremos junto al río como un par de dementes.