
La tibia lluvia cubre nuestros pasos
en el suave caminar hacia la cima del anhelo.
Una suave brisa humedece nuestros rostros
y la ciudad se cubre por completo.
El agua y las hojas tapizan este invierno
en calles añosas, promiscuas y perpetuas.
Estamos inmersos en una gran fuente,
donde cada acción lanzada reclama su deseo.
Ven y enmudece cada invierno.
Toma mi sombra y llévala muy lejos,
que ser eternos no sólo sea un intento.
¡Gira, aúlla y canta!, háblame al oído,
que todo en nuestro mundo tiene un sentido.
¡Ven!, ¡lánzate sobre mí!
¡Toma a la lluvia de la mano!
¡Corramos!, ¡riamos!, ¡soñemos!
Que tu canto continue,
que nuestra dicha sea eterna.
en el suave caminar hacia la cima del anhelo.
Una suave brisa humedece nuestros rostros
y la ciudad se cubre por completo.
El agua y las hojas tapizan este invierno
en calles añosas, promiscuas y perpetuas.
Estamos inmersos en una gran fuente,
donde cada acción lanzada reclama su deseo.
Ven y enmudece cada invierno.
Toma mi sombra y llévala muy lejos,
que ser eternos no sólo sea un intento.
¡Gira, aúlla y canta!, háblame al oído,
que todo en nuestro mundo tiene un sentido.
¡Ven!, ¡lánzate sobre mí!
¡Toma a la lluvia de la mano!
¡Corramos!, ¡riamos!, ¡soñemos!
Que tu canto continue,
que nuestra dicha sea eterna.