9/09/2008

Café, aroma a mujer


Cada mañana fría y gris, Randy Lúdacta repite el ritual de lluvia tibia que relaja su cuerpo tenso y anudado, el frió acero limpia su rostro mientras intenta darle la forma deseada, y lo amargo de su boca le recuerda que debería dejar de fumar. Dos tazas de café y el primer cigarrillo son su primera compañía, el primer sentimiento de placer del día.

Como cada día Randy se esfuerza en desenmarañar sus ideas, sus anhelos y su deseo de terminar el día, de sentirse menos miserable que el día anterior. El llamado de su compañera Sirena Fractorcs inquieta su mente, revuelve sus ideas, lo sube en aquella montaña rusa que lo mantiene excitado o al borde del colapso, dependiendo de los giros de aquel juego.

Randy se sentó a la mesa haciendo un gesto con sus manos para indicarle a Sirena que se sentara junto a el, al ver que Sirena estaba tan fría sirvió dos tazas de café y partió un trozo de chocolate en partes iguales, fueron varios minutos en que Randy y Sirena solo observaban el vapor que bailaba sobre el café, sin sorber el brebaje, este de hacia más frío, al igual que ellos, que intentaban pasar ese frío invierno de la mejor manera posible.

- El final de este invierno ha sido muy frío – comentó Randy, - Podría ser mas frío, aun no ha terminado el invierno y es de esperar que sea peor- respondió Sirena, mientras Randy giraba la taza de café una y otra vez para calentar sus manos, en un intento por descongelar sus dedos, - me agrada recordar que al final del invierno disfrutaremos del verano – comentó Randy, - ¡peor aun!, la ropa pegoteada al cuerpo, la sensación de ahogo, no poder dormir por el calor de la noche… - exclamó Sirena.

- ¿Crees que deberíamos volver a subir la colina? – Preguntó Randy, - no lo se, fue tan difícil descender, no se si valga la pena volver a subir - respondió Sirena, - quítame el pelo de la cara – le pido Sirena, - no puedo, tengo los dedos congelados – respondió Randy, el siempre acostumbraba a observar detalladamente a Sirena, pero esta vez solo esquivaba la mirada entre su café y el de Sirena. Ella, que siempre daba pie para conversar sobre algún tema de interés, esta vez solo tarareaba la canción del recuerdo de turno, - los rayos de sol comenzaban a invadir la habitación, mientras, los perros en la callé ladraban armoniosamente, como si fuera una bienvenida al esquivo sol.

Sirena bebió el café frío de 3 sorbos – como en un gesto de retirada -- - tomaré otro café – dijo Sirena, - y luego puedes beber otro, o dejarlo enfriarse… no quiero que te vayas – dijo Randy, - ¿por qué lo dices?, aun no pienso irme – respondió Sirena con un tono suave, Sirena tomó las manos de Randy que continuaban frías, - ¿quieres tomar otro café conmigo? - preguntó Sirena, - ¿quieres quedarte aquí hasta el primer café de mañana?- preguntó Randy.

Los llamados de Sirena, suelen juntarlos una y otra vez, compartir el silencio y mentalizar el tarareo del recuerdo los acerca, los sentimientos miserables se diluyen y se ahogan en el fondo de la taza de café, el placentero chocolate endulza sus momentos, -- ¿aun quieres subir? - preguntó Sirena, - claro, podemos ir ahora – dijo Randy, - no, iremos mañana, ahora llévame a tu habitación he terminado mi café- concluyó Sirena.

1 comment:

·Dirty Fran· said...

Siempre será un buen momento para una taza de café, para entrelazar los dedos buscando calor, o simplemente para mirarnos sin pudor, sentir cómo el vapor asciende para llevarse las apariencias y dejar nuestra imágen más nítida a nuestros ojos. Siempre será bienvenida su calidez para aplacar el frío que a tiempos se apodera de los momentos, las palabras que se escapan como estacas de hielo y que hieren más que las memorias no escritas.
Corre, porque las nubes se nos escapan, corre y ven aquí junto a mí, siéntate conmigo y aprovechemos las últimas gotas que nos deja el invierno, para sentir cómo el humo de nuestros cigarros mojados va desapareciendo, dejándonos el olor a humedad impregnado en nuestras ropas, y que siento descansando en tu hombro cada vez que te abrazo. Aprovechemos estos últimos momentos de oscuridad, porque son los únicos que quedan antes de que llegue el sol, para delatar con su luz, el escondite donde permanecemos impenetrables, el escondite en el que nuestros cuerpos se confunden al ahogar la distancia entre tu pecho y el mío. Ven y dame un beso lento, como siguiendo las huellas que dejan las nubes en el cielo... porque para mí, no hay mejor beso que aquél que me envuelve con el sabor amargo del paso de un cigarro.-